Scilinguo

LA DENSIDAD DE LA CITY PORTEÑA
Juan Pablo Vacas

En la city de Buenos Aires, capa por capa se van sucediendo calles,
halles, galerías, oficinas, clubes privados, restaurantes, teatros y tesoros
de bancos, articulados de manera de permitir el fluir complementario de
los negocios y la sociabilidad. Desde hace un siglo y medio, el uso de
estos espacios tan diversos se ha ido transformando al ritmo de las necesidades
cambiantes de la actividad financiera.


Manifestación visible del poder económico, la city de Buenos Aires probablemente sea uno de
los distritos financieros más remarcables, comparable con Londres, Nueva York o San Pablo.
En ninguna otra ciudad latinoamericana es posible encontrar tal identificación del paisaje
urbano como cristalización de las transacciones económicas. Su densidad, variedad tipológica
y estilística reúne un conjunto de piezas urbanas de extraordinaria calidad, que permiten una
lectura ágil de la evolución de la arquitectura del último siglo y medio. Incluso desde los tiempos
de la Independencia, el sector de la zona bancaria -entonces conocida como Barrio Inglésya
estaba condicionado por las cercanas presencias del puerto y del poder político.
Piezas fundamentales del mundo de los negocios, los edificios bancarios resultaron del
intento de materialización del prestigio en la búsqueda de la confianza de los clientes.
Desplazándose por sus halles, el hombre metropolitano era protagonista de la cotidianeidad.
Estos espacios no sólo respondían al esquema funcional de las transacciones, sino que eran la
culminación de la representación de solvencia y tradición. Presididos por grandes tableros de
cotización, los largos mostradores y sus innumerables ventanillas resolvían la relación con la
entidad en un contexto donde el papel moneda y los documentos físicos tenían todavía un rol
esencial. Otras oficinas privadas proporcionaban espacios de mayor intimidad, mientras que
circulaciones especiales y puertas secundarias servían a los clientes preferenciales. En los subsuelos
las rejas anunciaban la presencia cercana del dinero y los tesoros.
La sustancial presencia que los capitales extranjeros tenían en el mercado argentino derivó
en una competencia donde las referencias a la arquitectura de los países de origen jugaban
un rol fundamental, una suerte de Epcot’s World financiero.
Aunque herederos de las antiguas tipologías renacentistas, como las estaciones de ferrocarril,
los edificios bancarios constituyen una tipología propia de la Modernidad. Al igual que éstas, su
arquitectura fue la primera en desarrollar conceptos de políticas de publicidad comercial e identidad
corporativa para convencer acerca de su solidez financiera. Por lo cual, resulta paradójico que
finalmente resulten vulnerables a las sucesivas reformas en pos de los cambios de imagen.
Por otra parte, si bien los clubes de caballeros se ubicaban cercanos al sector –el Jockey Club
o el Círculo de Armas- el entrenamiento y la diferenciación social de los hombres de negocios era asistida por lugares aún más específicos. A manera de concentrado Pall Mall financiero, los
clubes ubicados en el seno de la c i t y respondían a la especificidad del programa de los negocios.
Simultáneamente, en los propios bancos las oficinas de los directores y las salas de reuniones
que precedían a la gran sala de juntas acostumbraban a sus usuarios a ámbitos más
exclusivos.
En el contexto de una dinámica relación entre las tecnologías y la ciudad, las comunicaciones
y el manejo de la información jugaron un papel fundamental como infraestructuras
complementarias. El Palacio de Correos -primer gran edificio público signado por la tradición
beaux arts- era centro de una red de correo neumático que lo conectaba con otros
edificios del sector y otras sucursales en la ciudad. También las oficinas y salones de La
Prensa eran servidos por una red similar que lo unía con otros puntos del centro. Su majestuoso
edificio encarna la complejidad programática y de representación trasladada a estas
instituciones, que al igual que otros periódicos como La Nación y Crítica también tenían sus
sedes en el centro.
El pasaje Roverano, con entrada directa desde el subterráneo, es un ejemplo de los edificios
exclusivamente dedicados a escritorios para la renta que completaron los requerimientos
operativos del sector.
La calle Florida, caracterizada por las grandes tiendas y confiterías, marcaba la frontera
de las finanzas y los clubes… del mundo masculino. Y si bien los halles de los bancos
cercanos fueron los grandes templos seculares, Gath & Chaves fue la apoteosis de los espacios comerciales porteños y su demolido interior sólo podría compararse con los ricos ejemplos
europeos. Con la construcción de su anexo, duplicándose al espejar la configuración de la
fachada, la tienda se transformó en urbanista.
La crisis financiera argentina que desembocó en los conflictos sociales de fines de 2001
modificó dramáticamente la relación entre de las entidades bancarias y sus usuarios. Hordas
de clientes manifestándose ruidosamente por las calles de la city de Buenos Aires involuntariamente
la reconocieron una vez más como el resultado de la superposición de procesos económicos
y flujos de capital. Así, los edificios del distrito sufrieron una forzada resignificación
que restituyó sus olvidados roles simbólicos.
Integrando sus interiores al paisaje, el capital y las finanzas hicieron un característico uso
del tejido de la ciudad, donde los espacios públicos y privados perdieron la definición propia
de los límites. Ordenando de algún modo el caos capitalista, pero garantizando su vitalidad, la
trama resultó organizadora de la compleja superposición.
Buscamos una representación que describa la experiencia de moverse en la ciudad, más
allá de la distinción entre construido y no construido. Una visión única de la city, un mosaico
de bordes definidos no sólo por calles sino también por espacios públicos interiores de propiedad
privada. Una interpretación de las tensas relaciones entre forma y economía a la manera
de Giambattista Nolli. Proponemos una nueva lectura de la superposición de halles de bancos,
galerías y otros espacios de intercambio social y económico en el marco de una cultura específicamente
urbana.

La imagen del Estado

…fue deseo personal del rey Leopoldo, bajo cuyo patrocinio se producía aquel progreso aparen -
temente inexorable, utilizar aquel dinero del que se disponía en abundancia para construir edi -
ficios públicos, que debían dar renombre mundial a su floreciente Estado. W. G. Sebald



ACUMULACIÓN
La acumulación de capas, de ampliaciones y modificaciones dentro de una misma manzana
durante más de ciento treinta años convierten al Banco Central de la República Argentina en una
pieza fundamental del sistema de espacios públicos y semi-públicos de la c i t y. Se transforma así
en ejemplo concentrado de la evolución de la arquitectura bancaria en la ciudad. Su núcleo original
ocupa el edificio construido por los arquitectos Hunt y Schroeder para el Banco Hipotecario
de la Provincia, una típica reinterpretación británica del Renacimiento Italiano. Al edificio bancario
más antiguo de la city posteriormente se le anexó el de la “Compañía La Inmobiliaria” de
1921. La ampliación de 1930 permitió al banco una salida a la calle Reconquista con un hall
de líneas art déco. Verdadero laberinto, el resultado es un complejo de vestíbulos, halles, galerías
y pasillos que permiten un recorrido en el espacio y tiempo que va desde la arquitectura victoriana
a las anónimas arquitecturas de curtain wall de los noventas.
El recorrido por el interior de las manzanas podría continuarse casi hasta el río. El claustro de la
Iglesia de la Merced se une ecuménicamente con la Iglesia Anglicana a través de un pasaje lateral.
Frente a ella, el extrañamente esbelto hall del Banco Hipotecario Nacional balconea sobre el bajo.


BANCO TOTAL
El proyecto de Alejandro Bustillo para el Banco de la Nación Argentina hizo tabula rasa del
complejo de edificios preexistentes –entre ellos, el primitivo Teatro Colón– en pos de erigir una
pieza que se transformó en la cristalización de su posición estratégica entre la Plaza de Mayo
y la city. El visitante comprende que se mueve dentro del abstracto resultado de las relaciones
entre los poderes político y económico. La tipología forzada a su máxima expresión: el patio
interior no sólo ilumina las oficinas de los pisos superiores, sino que además provee luz cenital
al gigantesco hall, lo que permite el uso total del lote ¡F.O.S. total! El edificio se convierte
en manzana: su interior lleva la constante tipológica al límite de lo estructuralmente posible,
donde la falta de referencias inmediatas de escala genera un efecto inquietante.


MÁSCARA
En el marco del fenómeno general de metropolización, la Casa Central del Banco de la Provincia
de Buenos Aires estaba llamada a reinventarse en pos de su reposicionamiento en la c i t y. Del concurso
de 1936 resultó seleccionado el anteproyecto de Sánchez, Lagos y De la Torre, quienes debían
resolver las aspiraciones de una entidad por entonces ya centenaria en el mismo solar.
Como una máscara monumental, la nueva fachada permite la lectura del espesor histórico del lote.
Su configuración se basa en una simplificación de los lineamientos del frente preexistente, obra de
Hunt y Schroeder, quienes a su vez habían exaltado el del antiguo edificio del Real Consulado.
Adentro, la expectativa también debía cumplirse. Tras subir las escalinatas, el visitante cruza un alto
pero poco profundo atrio antes de ingresar al edificio; una vez dentro, quizás se sienta abrumado por
la profusión del vestíbulo de distribución, por la policromía de sus ricos mármoles y bronces. Luego,
el hall de operaciones lo volverá a asombrar, pero ahora no por la abundancia de detalles, sino por
su escala y sencillez geométrica, particularizadas por el manejo de la luz…

La secularización de las basílicas

Una basílica es fundamentalmente una gran sala rectangular, una nave central rodeada de
naves laterales menores. Desde los tiempos romanos éstas tuvieron dos usos: como mercados
o lugares de transacciones financieras, y otros de carácter religioso.


ILUMINACIÓN
La fachada de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced fue remodelada por Juan Antonio
Buschiazzo contemporáneamente a la construcción del Banco Español del Río de la Plata. Éste
era el gran ejemplo secular de dicha tipología, sin embargo su interior iluminado por la enorme
claraboya sacralizaba las operaciones financieras.


TRANSPARENCIA
Sobre la calle Bartolomé Mitre la verdad parecía revelarse francamente. El portal de acceso del
Banco El Hogar Argentino se proyecta como una gran vidriera del movimiento interior, integrando
a su vez el paisaje de la calle. Tras él, un atrio cubierto por una pirámide vidriada sirve de
vestíbulo revelando la altura total del edificio. El cliente se mueve como en una catedral de las
finanzas: la única nave alberga casi todas las actividades. Hacia ella balconean las dos grandes
galerías laterales que suspendidas permiten la libertad de la planta baja. Un pasaje conectaba
el fondo del hall con la calle Florida, permitiendo al público cortar camino a través de él.
Complejizado funcionalmente, el banco se torna recorrido.

La batalla de los estilos

En la década del veinte y en especial durante la presidencia de Marcelo T. de Alvear el des -
empeño económico y las posibilidades de la Argentina fomentaron una oleada de inversiones
y negocios provenientes de distintos países. (...) Dentro de la batalla por la confianza, el pres -
tigio de una importante sede jugaba un rol fundamental. Todos participaban de otra batalla, la
de los estilos, que tenía como armas los lenguajes de moda como el neocolonial y el art déco
o las referencias a la arquitectura de los países de origen. Fabio Grementieri



LA PRESENCIA ALEMANA
De alemana severidad, el Banco Germánico de la América del Sud es ejemplo del desarrollo
de la tipología de entidad bancaria con escritorios para la renta. Fuertemente condicionado por
la trama, un terreno pasante, y por la topografía, la presencia del bajo, Ernesto Sakmann ubicó
la entrada principal sobre el nivel de la calle 25 de Mayo. Esto permite acceder directamente
al hall del banco, un bel étage sobre la avenida, donde el edificio tiene un amplio frente. Un
pórtico bajo de acceso resuelve la transición con la calle y también con el vestíbulo de ascensores
hacia los escritorios de los pisos superiores. Su presencia en el frente de la city provocó
una pequeña variación. Conectado a través de dos ascensores privados el último piso era ocupado
por una vivienda para el personal de la entidad.
Teniendo en cuenta su buen estado de conservación, su interior es particularmente importante debido
a las similitudes con el contemporáneo Banco Alemán Transatlántico, también obra de Sakmann,
ubicado en Bartolomé Mitre y Reconquista, del cual el hoy sólo quedan sus fachadas.


LA CASA DE FRANCIA
La publicitaria presencia de la cúpula del Banco Francés del Río de la Plata es hito en la c i t y. Fruto
de un concurso privado de anteproyectos, la propuesta del arquitecto Jorge Bunge respondía al específico
programa y a la búsqueda de una imagen en relación al origen francés de la institución. Bunge
señaló “la idea que inspiró este proyecto fue la de erigir la Casa de Francia dentro de los elementos
clásicos de los estilos franceses del siglo XVIII. No se buscó crear nada nuevo, sino adaptar las formas
ya consagradas y mantenerse estrictamente dentro de los cánones de la época”. Mientras que
los escritorios para renta estaban en los pisos superiores, la sucursal bancaria se aloja en los pisos
inferiores. El ocasional visitante intuía el prestigio de la entidad al acceder al hall central de planta
circular, donde la tradición francesa parece condensarse de manera moderna.


EL AMIGO AMERICANO

El estilo Renacimiento español, típico de la arquitectura norteamericana del período de entre
guerras, es reforzado por la “escala americana” de Diagonal Norte. Pieza fundamental de la
fuertemente caracterizada esquina, el First National Bank of Boston es obra de los arquitectos
Chambers y Thomas, asociados al estudio norteamericano York & Sawyer, autores del contemporáneo
Federal Reserve Bank of New York. A la sencillez de los muros se contrapone la profusión
de detalles de las cornisas y la entrada principal, cuya exuberancia acompañaba al
público hasta el hall del edificio.

Sociabilidad y Negocios

De las instituciones que se podía considerar una era el club y la otra era el paseo a pie. (…) Los
clubes de la mitad del siglo XVIII estaban basados en la idea de que el discurso daba mucho más
placer cuando se seleccionaba la audiencia. En ese sentido los clubes eran privados. La privaci -
dad significaba que el discurso era agradable y permisible sólo cuando uno controlaba a quién le
estaba hablando.
Richard Sennett



CLUB INC.
La sede central del National City Bank of New York es uno de los primeros casos de sistematización
de la imagen corporativa. Ejemplo de ello son sus similitudes con la sucursal de Canal stre -
et y Broadway concebida contemporáneamente a otras sucursales menores en Buenos Aires. A
pesar de su pequeño tamaño la experiencia del visitante estaba asegurada por un estudiado uso
de las escalas. En la ochava una pequeña puerta giratoria de bronce, custodiada desde lo alto del
pórtico por dos águilas, nos conduce hasta el vestíbulo donde una exagerada escalera es protagonista.
Más allá el primer nivel es ocupado por el hall principal de operaciones, mientras que un
hall menor, a manera de cripta, sirve de acceso al tesoro. Sólo un piso de oficinas servía al banco.
Pero el programa fue complejizando. A la manera de sus antepasados británicos los caballeros de
la colonia norteamericana tenían en el tercer piso el Club Americano, lugar de socialización y fundamentalmente
negocios. Dos ascensores directos desde un vestíbulo secundario permitían el
acceso a su primer nivel, donde estaba el comedor, los comedores privados y dependencias de servicio.
En el piso superior: el living, la sala de billares y el infaltable bar; mientras que una sala de
teléfonos evidenciaba el carácter operativo del club. En el último piso pequeños dormitorios con
baños privados y el gimnasio servían a los socios. Y en la terraza, un faro para aviones.

MICROCOSMOS MASCULINO
En el marco de una envolvente clásica, la complejidad volumétrica de la fachada del
Edificio Tornquist resuelve magistralmente la diversidad del moderno programa con la asistencia
de no pocos recursos eduardianos, la usual libertad británica en la interpretación de
formas continentales. Tres accesos independientes anunciaban la multiplicidad interior: la
entrada principal al edificio y la rampa para automóviles en los macizos laterales y el acceso
de la entidad bancaria al centro. Dentro, los primeros pisos estaban ocupados por el
Banco. Un primer hall de acceso en triple altura con galerías laterales precedía al hall de operaciones
con un techo vidriado, y las oficinas ocupaban el fondo del lote, alrededor de uno de
los dos grandes patios.
Fiel a la tradición beaux arts, el edificio tiene un alto grado de articulación entre sus componentes.
Salteando el primer subsuelo, a través de varias circulaciones privadas, el banco se
comunicaba con el segundo subsuelo donde se ubicaba el tesoro. También allí estaban los servicios
generales del edificio y el estacionamiento de automóviles. Dos pequeños ascensores
servían exclusivamente a los Tornquist, conectando la entrada de automóviles con las oficinas
jerárquicas de la compañía en los pisos superiores. Nueve pisos más se destinaban a escritorios
para la renta, todos servidos por las últimas tecnologías disponibles: teléfonos, aire acondicionado,
correo neumático y cinco ascensores de alta velocidad.
Completando este masculino microcosmos, en el piso once se encontraba el City Club. Tras el
vestíbulo de ascensores, un despojado hall de recibo introducía al caballero en el sistema de
espacios pensados para el discreto protocolo de los negocios. El comedor principal sobre el
frente, era un espacio en doble altura. Pero eran los necesarios comedores reservados adyacentes
–con accesos independientes directamente desde el hall– los que discretamente resguardaban
tratos más privados de las miradas del salón principal. Las cocinas se conectaban directamente
con la circulación de servicio del edificio, cercanos al sector de habitaciones para el
personal del club.


PAISAJE SOCIAL
En la misma manzana, la Galería General Güemes evidencia la desarticulación escondida bajo
un lenguaje modernista. Fruto de un concurso privado, su construcción resultó de la iniciativa
de los propietarios del terreno sobre Florida y de la gestión del arquitecto Francisco Gianotti
con el Banco Supervielle, dueño del terreno sobre San Martín.
A través de dos grandes halles en el propio pasaje, iluminados por cúpulas vidriadas, el público accedía
a los catorce ascensores “de alta velocidad” hacia los diferentes cuerpos donde se encontraban
los escritorios, viviendas y hasta un pequeño hotel. En la planta baja se encontraba la sucursal del
Banco, y más arriba los hombres de la city contaban con un establecimiento de baños turcos con
terraza para baños al aire libre. Sobre Florida el edificio rodea un patio de iluminación y como remate,
un faro para vistas panorámicas. Calibrado como ninguna otra pieza urbana, el servicio para el
caballero incluía pequeñas “viviendas para solteros” que ocupaban los pisos superiores de este ala.
Por otra parte, en el piso trece había un amplio restaurant a manera de puente sobre el patio.
No sólo sus características programáticas y su rol simbólico hicieron de esta obra uno de los primeros
“rascacielos” de la ciudad sino también sus novedosas características tecnológicas en materia de
confort y seguridad.
Probablemente la falta de una lectura clara de las jerarquías sociales en su configuración y la
presencia democrática de la galería peatonal funcionando como acceso a todo el heterogéneo
programa –a diferencia del aristocrático edificio Tornquist- aceleraron el proceso de desprestigio
del edificio.


TEATRO DE VALORES
La coordinación de funciones y su unidad como organismo en pos de los negocios transformaron
al edificio de la Bolsa de Comercio en parte fundamental del eje de las finanzas. La materialización
de la apoteosis de las actividades económicas de la ciudad exigió cierta expresión
de grandiosidad en el marco de una original solución tipológica. Inaugurado en 1916, y construido
en tiempo récord durante el transcurso de la Gran Guerra, este edificio se ubica en un
importante terreno sobre el bajo. El acceso principal, en la calle 25 de Mayo y Sarmiento, articula
dos fachadas con cierto grado de continuidad. Condicionado por el proyecto del Palacio
de Correos, la referencia para el frente sobre la Avenida Alem fue la Plaza de la Concordia.
Si bien contaba con una entrada independiente para los escritorios, a diferencia de las demás
piezas del área, otras circulaciones interiores unen todos los niveles del edificio, evidenciando
la fuerte interrelación funcional las oficinas privadas con la propia Bolsa, los negocios se mueven
por el mismo edificio. Inspirados en la arquitectura francesa del siglo XVIII, en el piso principal
el hall de operaciones, sus salones anexos y la gran escalera imperial parecen referir a
los movimientos de la corte del Ancien Régime. En contraposición, de escala intimista sus
pequeños renfoncements para la conversación refieren a la discreción de los negocios.
Los despachos de la Bolsa se ubicaban en el primer piso, mientras que a nivel de la recova de la
Avenida Alem se encontraban locales para entidades bancarias, agencias de cambio y marítimas,
la infaltable peluquería y los accesos secundarios. Un pequeño vestíbulo sobre 25 de Mayo conectaba
el bar con el restaurant que contaba con comedores privados. No sólo la decoración fue concebida
por Christophersen, sino también el amoblamiento, la loza del restaurant y hasta su menú.


Exhibicionismo

En el marco de la paulatina informatización de las operaciones bancarias, la inauguración del
edificio de la Manufacturers Trust Company en Nueva York, en octubre de 1954, cambió la
forma de concebir los bancos para siempre. La esquina de la 5th y 43rd St. se presentaba como
un cubo totalmente transparente que permitía observar todo lo que sucedía en el interior, incluso
el mismísimo tesoro. Trastocando como nunca las relaciones entre contenedor y contenido,
Skidmore, Owings & Merrill firman el acta de defunción de la monumentalidad de los bancos
que ya no estarán condenados a caracterizarse tipológicamente como tales.


MODERNIDADES ASOCIADAS
El edificio de la casa matriz del Banco Popular Argentino había resultado de un concurrido concurso
de 1925. El planteo de los, por entonces jovencísimos, hermanos Vilar respondía al esquema de
banco, escritorios para renta y locales comerciales sobre la calle Florida. De “estilo Renacimiento
español modernizado”, esta pieza es fundamental para comprender la exploración en pos de un
“estilo argentino o sudamericano” durante aquel momento de transición hacia la modernidad.
Frente a él, Mario Roberto Alvarez y Asociados construyeron su anexo. Fruto de una acertada
lectura del contexto inmediato, la experiencia para el cliente era novedosa: tras el acceso de
la planta baja no había más que un puente, los dos grandes salones estaban en el primer piso
y en el subsuelo. Abajo el hall del personal se conectaba con la casa matriz a través de un
túnel, mientras que mediante un particular juego de espejos parecía continuarse bajo Florida.
Arriba, la losa prolongaba el salón de operaciones hacia una agradable terraza ajardinada sobre
la calle Perón; como nunca antes el público dominaba el paisaje. Solución repetida en el piso
once, donde las salas de reuniones tienen vistas sobre las cúpulas vecinas.


PIANO NOBILE
Asociado con Aslan y Ezcurra, el estudio de Mario Roberto Alvarez resolvería otro banco.
Contrarrestando la verticalidad de la pequeña torre, un volumen en el primer piso aloja el hall
de operaciones del Bank of America. Operación que todavía no planteaba una postura demasiado
radicalizada sobre la densidad persistente pero sí un dominio sobre este paisaje. Esta
resolución tipológica sería sistemáticamente repetida en otras obras como el Banco del Oeste.


PEEP SHOW
En 1966 los arquitectos Manteola, Petchersky, Sánchez Gómez, Solsona y Viñoly remodelaron
una antigua tienda para la casa matriz del Banco Ciudad de Buenos Aires.
El programa fue reinterpretado; el salón de operaciones, tesoro y accesos fueron unificados creando
una serie de niveles integrados a un espacio articulado común, configurando una caja de
vidrio donde los nuevos entrepisos quedan flotando. Una lúdica operación donde la continuidad
material es protagonista y los espacios de trabajo se funden con el espacio público. Ahora
la idea se sistematizará, nuevas piezas ocupando antiguas estructuras preexistentes se multiplicarán
por toda la ciudad.
Aunque más modesto, la remodelación de la antigua The Royal Mail Steam Packet Company para
el Banco Federal Argentino también se encuadra en el marco de este tipo de intervenciones.


SCALA REGIA
Las losas escalonadas del edificio para el Banco de Córdoba pretendían establecer una suerte
de microcosmos urbano, etéreo, en el desfiladero dejado por las moles de los edificios bancarios
como el Banco Nación cruzando la calle. Su fachada resulta reveladora de la unidad interior.
El cliente entiende la moderna metáfora, las ágiles transacciones financieras en el marco
fuertemente densificado de la city, la percepción cinemática de entrepisos, pasarelas y escaleras
eran sublimadas por la presencia de la luz.


CRIATURA
Con motivo de su centenario el Banco de Londres y América del Sur convocó a un concurso
privado para su nueva sede en el terreno que ocupaba desde su fundación. Las bases hacían
especial hincapié en la flexibilidad y la imagen. El proyecto ganador correspondió al joven
Clorindo Testa quien había sido invitado especialmente para este concurso por el experimentado
estudio SEPRA. En esta obra los arquitectos hallarían ciertas formas que se transformarán
en paradigmas de su lenguaje inmediatamente posterior.
Consciente de su valor publicitario, la original idea responde a la flexibilidad buscada: un volumen
virtual que alberga en su interior todas las actividades en un único espacio, cuyos verdaderos
límites son las fachadas de los edificios vecinos. Por primera vez el dinero desaparece
por completo, la solidez se transfigura en la fuerza de su ciclópea estructura y el tesoro desaparece
en las profundidades sin recurrir a forzados espectáculos. Sólo la pequeña piazza y
tras ella el complejo hall para el público que integra espacialmente los demás pisos de oficinas
en una continua y metabólica interacción de partes. Como una síntesis de toda la evoluciónde la city, el movimiento bancario finalmente se corporiza de cara al paisaje de la calle.




1 comentario:

cátedra lombardi, fadu, uba. dijo...

mmmmm, no lo vi en la blog de M2...!!!!!