Martino

Introducción

Los siguientes textos informan sobre la historia de la arquitectura porteña, la herencia europea en ella, que acompaña su nacimiento y desarrollo.
Me parecieron informes pertinentes para el estudio de Buenos Aires y el centro, ya que describen y ayudan a entender, la generación de las obras de arquitecturas que se encuentran en la zona estudiada.
Dada la antigüedad de estas obras, me pareció importante también adjuntar artículos que hablen sobre su conservación y mantenimiento, para que el centro porteño no pierda la identidad que lo destaca.

Recorrido por el Microcentro: Obras Maestras de la Arquitectura Porteña

El espléndido patrimonio arquitectónico porteño se caracteriza por su eclecticismo, claro testimonio de la síntesis cultural que a lo largo de la historia de nuestro país fue moldeando el espíritu nacional. Este apasionante e instructivo itinerario nos obligará a aguzar la vista, prestándole atención a ciertos detalles que en otros recorridos pasarían inadvertidos.

“…Comenzamos, por supuesto, en la Plaza de Mayo, donde observaremos la más conspicua de las construcciones coloniales que alberga nuestra capital: el Cabildo, primitivo ayuntamiento, construido a mediados del siglo XVIII y restaurado, a causa de las alteraciones sufridas para la construcción de la Avenida de Mayo, en 1940. Además, admiraremos la imponente Catedral Metropolitana, de estilo neoclásico. Su construcción data del siglo XVIII, pero la actual fachada es de mediados del XIX.
Luego, veremos nuestra Casa de Gobierno, conocida como Casa Rosada, a raíz de una serie de mitos que se han tejido respecto de su particular coloración. La asimetría de su fachada se debe a que es el resultado de la unión de dos edificios, la antigua casa de gobierno y el primitivo edificio de Correos, que el gran arquitecto italiano Tamburini llevó a cabo con un arco. Finalmente, vemos las huellas del monumentalismo arquitectónico, escuela tan cara al fascismo, en el edificio del Ministerio de Economía.

A continuación, recorreremos la Avenida de Mayo, un paseo arbolado construido durante el último cuarto del siglo XIX, a imagen y semejanza de los tan característicos boulevares franceses.
A ambos lados de la avenida se levantan espléndidas construcciones de estilos tan disímiles como el academicista, el borbónico, el italiano, el neobarroco, el art nouveau y el art déco, entre otros.
Algunos de los edificios que veremos en mayor detalle son el de La Prensa, actual Casa de Cultura, de estilo academicista, construido en 1896; el Palacio Vera, de estilo art-nouveau, construido en 1910 por los arquitectos Prins y Razenhoffer; el tradicional Hotel Castelar, construido por el egregio arquitecto italiano Mario Palanti; y el monumental Palacio Barolo, obra también de Palanti, que data de 1923, y combina elementos del italiano, del gótico y del románico. Del otro extremo de la Avenida,
que constituye un verdadero eje entre el poder judicial y el poder político, encontraremos el Congreso de la Nación, inaugurado en 1906, que sintetiza tres corrientes fundamentales: el academicismo, el eclecticismo y el clacisismo. Junto al Congreso, se levanta la tradicional Confitería El Molino, de impresionante arquitectura, que lamentablemente se encuentra cerrada en la actualidad.

Tras abandonar la Avenida de Mayo, nos dirigimos a Puerto Madero, un revolucionario proyecto urbanístico iniciado en 1991, con el que Buenos Aires finalmente se ha decidido a dejar de darle la espalda al río. Se comenzó por remodelar una serie de silos y depósitos cerealeros ubicados en los diques de una inmensa área portuaria abandonada, en los que se instalaron viviendas de primer nivel y exclusivos establecimientos gastronómicos y clubes nocturnos. En la actualidad, se ha convertido
en una suerte de distrito internacional, que concentra las inversiones más ambiciosas en los rubros de bienes raíces y hotelería. Aquí nos detendremos en la zona conocida como “Pequeña Manhattan”, que concentra edificios ultramodernos construidos por las más grandes luminarias de la arquitectura argentina, como César Pelli y Mario Roberto Álvarez, y admiraremos el Puente de la Mujer, obra del genial arquitecto español Santiago Calatrava.

Ya en camino a Recoleta, pasaremos por el impresionante Teatro Colón, construido entre 1889 y 1909; deberemos contentarnos con admirarlo desde afuera, dado que se encuentra cerrado por refacciones hasta 2008. Luego visitamos la Plaza San Martín, diseñada por el arquitecto y paisajista francés Charles Thays a fines del siglo XIX. Alrededor de la plaza, se encuentran algunos de los edificios más representativos de nuestra ciudad: dos de los más importantes son el ex Palacio Paz, encargado al arquitecto francés Louis Sortais por José C. Paz, fundador del diario La Prensa, que
nunca llegó a habitarla, actual sede del Círculo Militar, y el célebre Edificio Kavannagh, el primer rascacielos de Sudamérica.

Finalmente, en la Recoleta visitaremos el legendario Cementerio de la Recoleta, inaugurado en 1822.
En este dédalo de monumentos fúnebres encomendados a los más reputados artistas de los últimos dos siglos descansan las figuras públicas más conspicuas y acaudaladas de la historia argentina, incluyendo –paradójicamente, debido a su enfrentamiento con las clases altas– a Eva Perón. Junto al Cementerio, visitamos la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, construida en 1732, que destaca por su excelente conservación. Luego recorreremos la Avenida Alvear, donde observaremos los lujosos palacetes construidos por la aristocracia según el modelo francés, como el palacio Ortíz Basualdo, y luego de admirar el imponente edificio neoclásico de la Facultad de Derecho, sobre la Avenida Figueroa Alcorta, visitaremos el peculiar edificio de Obras Sanitarias, con su fachada
de cerámicos cuya construcción, a cargo de Carlos Nyströmer, comenzó en 1887, y que podría encuadrarse en el Renacimiento francés, y que tiene la particularidad de ser completamente desmontable…”

Algunos lugares que se visitan: Casa de la Cultura, Teatro Colón, Congreso de la Nación, Obras Sanitarias, Cementerio de la Recoleta, Cabildo, Café Tortoni, Facultad de Derecho, Catedral Metropolitana, Basílica de Nuestra Señora del Pilar, Edificio de Aguas Argentinas.

Texto extraído de guía turística, refiriéndose a un tour a realizarse por la ciudad de Buenos Aires




Arquitectura porteña: edificios epifitos

No es sólo la arquitectura privada la que ofrece ejemplos de formas importadas de Europa.

Gran parte de los edificios públicos fueron diseñados por arquitectos europeos, con predominio de italianos y franceses, también combinando estilos de épocas y países diferentes.

La Casa Rosada da fe de ello. De proporciones monumentales (como casi todos los grandes edificios bonaereneses), combina barroco con neoclásico, estilo francés con italiano y con líneas nórdicas. Pero lo que más sorprende es el oasis que se alberga en su interior; un hermoso patio al que no faltan un patio con su fuente rumorosa, con sus parterres de flores y plantas, con su galería de vitrales (vidrieras) italianas o, al menos, italianizantes y, por supuesto, con sus palmeras.

-Miren allá arriba –nos indicó la guía, una encantadora mujer con pinta de bibliotecaria o profesora jubilada-, ¿ven, sobre aquella palmera, que crece otra planta? Y ustedes dirán, ¿cómo puede llegar otra planta allá arriba? Pues las semillas las lleva el viento, u otros pájaros. Un pájaro se posa en la parte superior de la palmera, hace toda la digestión, y deja allí la semillita, que después va creciendo.

Las plantas parásitas hacen ventosa sobre la planta a la que rodean hasta que acaban estrangulándola o secándola. Las epifitas, no. Las epifitas crecen encima de las otras, pero no se aprovechan de ellas. Son un modelo de coexistencia pacífica.

Los edificios en Buenos Aires sobreviven a la manera de las plantas epifitas: alternando formas y estilos diametralmente opuestos de manera un poco abrupta, sin gradaciones ni soluciones de continuidad. En una amalgama de arquitecturas caóticas, se intercalan estilos dispares: fachadas clásicas con bloques típicos de la época del desarrollismo, cúpulas dieciochescas, colmenas de cristal, sobrias edificaciones inglesas, dignas edificaciones al estilo barroco francés y un largo etcétera.

Recuerdo una inmensa mole de piedra sepia, ligeramente rosada, que se erige en la calle Tucumán, cerca del Teatro Colón. Detrás, haciendo esquina, se alza un edificio blanco con cúpula, de corte neoclásico, y tras él, en contraste chocante, se asoma un bloque moderno, rectangular, con cristales de espejo al uso de los rascacielos neoyorquinos. Cada edificio tiene su idiosincrasia, su peculiaridad.

http://blogs.periodistadigital.com/btbf/trackback.php/40870


Patrimonio Arquitectónico de Buenos Aires

Una decena de tradicionales iglesias porteñas recupera su antiguo brillo, Fachadas, cúpulas y vitrales son refaccionados con fondos, en su mayoría, de carácter privado.
Las viejas iglesias del microcentro porteño están renovando su rostro. Fachadas, cúpulas y vitrales están en camino de recuperar el brillo y las características que condujeron a
muchas de ellas a ser consideradas monumentos históricos nacionales.

Por estos días, los porteños que frecuentan el microcentro se encuentran con andamios, restauradores o albañiles en Nuestra Señora de la Merced, Santa Catalina de Siena, San
Miguel Arcángel, San Ignacio, el Salvador, el Santísimo Sacramento, San Francisco y San Pedro Telmo, entre otras iglesias. Todas siguen el ejemplo de la Catedral
metropolitana, que reparó fachada e interiores hace unos cinco años, y a la que imitaron las iglesias de la Piedad y Nuestra Señora del Pilar. Las obras representan una puesta
en valor de edificios que forman parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad y que pueden ser apreciados por los porteños con sólo alzar la mirada.

Según los párrocos de las iglesias en obra, consultados por LA NACION, los trabajos se pagan en gran parte con fondos de arcas privadas cuyos titulares permanecen en el anonimato y, en menor medida, con aportes oficiales. El Estado ayuda,
pero poco.

Quien pase por Reconquista y Perón, se topará con un templo que hasta hace poco se escondía detrás de andamios y medias sombras negras. La basílica Nuestra Señora de la Merced estuvo durante cinco años prácticamente tapada por las estructuras metálicas de las obras que comenzó la Dirección Nacional de Arquitectura y que se paralizaron en 2001.

Tarea terminada

"Esos andamios quedaron allí juntando polvo y los pedazos de mampostería se desprendían", contó monseñor Eugenio Guasta, párroco de la Merced desde hace 14 años, que presentó varios reclamos ante la Dirección de Arquitectura, a la que ahora
está muy agradecido. A mediados del año pasado, los funcionarios de esa dependencia de la Secretaría de Cultura de la Nación destrabaron las gestiones y en seis meses se
concluyeron los trabajos.

Guasta muestra a este diario que, además de la fachada –que luce impecables muros color ocre, mosaicos y rejas nuevas muy parecidas a las que tenía cuando fue inaugurada en 1880-, se renovó la casa parroquial y el sistema de iluminación; hoy se trabaja en la renovación de la bóveda y el exterior de la cúpula. Esas obras son financiadas con ayudas otorgadas por donaciones de empresas, particulares y
una entidad estadounidense (el World Monument Fund). En carpeta queda la reparación interna de la torre, obra que permitiría volver a oír las cuatro campanas originales de la
basílica. Hoy funciona sólo una.

A cinco cuadras de allí, en Santa Catalina de Siena –frente a Galerías Pacífico, en la esquina de Viamonte y San Martín- se estrenó hace pocas semanas la sacristía totalmente restaurada. En ese conjunto arquitectónico de 1745, donde
hasta 1974 funcionó el primer monasterio femenino de Buenos Aires -el de las dominicas-, las obras de recuperación más importantes empezaron en 2001, gracias a las gestiones de su rector, el padre Rafael Braun.

Ahora, los retoques alcanzaron a la sacristía y a uno de los ocho vitrales del templo. Según informó el padre Braun, esas obras son y fueron financiadas casi en su totalidad por fondos privados. "El Estado ayudó con un subsidio de 50.000 pesos para reparar una puerta sobre calle San Martín que estaba muy deteriorada", contó, y destacó la importancia de que las restauraciones sean hechas por profesionales. "En los trabajos de la sacristía se descubrió un nicho, una lucarna y una puerta que permanecían tapiados", dijo.

A escasos metros de la Plaza de Mayo, la primera iglesia de la ciudad, San Ignacio, sigue apuntalada con una línea de andamios que impide el tránsito vehicular. Fueron instalados hace dos años. El padre Francisco Baigorria, su párroco, es optimista. En diálogo con LA NACION, dijo que luego de Semana Santa comenzarán los arreglos en el altar y que se está terminando el tercer estudio de evaluación estructural
realizado por la Dirección Nacional de Arquitectura (pues los representantes de la Iglesia no estuvieron conformes con los dos primeros). "Más rápido no podemos ir", dijo Baigorria. Afuera, sobre la puerta de la casa parroquial, un cartel señala que es el Señor quien restaura las fuerzas.

Fines religiosos

La restauración que se está haciendo en estas iglesias es producto de un esfuerzo enorme de los privados, según dijo a este diario Eduardo Ellis, arquitecto de algunas de las obras en los templos del microcentro. "A diferencia de otros países, que convierten estos lugares en museos, aquí se restaura con un fin religioso específico", dijo.

Según Guasta, responsable en la Arquidiócesis de Buenos Aires de la conservación y mantenimiento del patrimonio histórico-religioso, que fue asesor de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, la intención de
conservar los edificios histórico-religiosos dejó de ser un berretín de algunos para convertirse en una preocupación compartida. "Es incesante el llamamiento desde Roma para que se valorice el patrimonio cultural de la Iglesia –señaló Guasta-. Hay una especie de despertar de esa conciencia, aunque estuvimos años sin poder hacer nada." La dificultad, claro, fue la financiación.

Los templos porteños que son monumentos históricos nacionales -15 de los 884 sitios protegidos- son responsabilidad de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, que tiene voz, pero no dinero, y depende del presupuesto de la Dirección Nacional de Arquitectura.


De la Redacción de LA NACION

Por Silvina Premat info@lanacion.com.ar

Link permanente: http://www.lanacion.com.ar/886735

No hay comentarios: