Helguera Mendez

El motivo por el cual elegí la siguiente cita fue el profundo interés que me ocasiono el estudio que Goethe hace acerca de la naturaleza, particularmente de las plantas.

Es difícil abarcar una temática tan amplia y tan rica como la de Goethe en forma ensayística, con lo que me limitaré a decir que es posible extrapolar el estudio que él hace de las formas en cuanto a los oganismos vivos y el de la forma en cuanto a la arquitectura.


“…La “fuerza espiritual” de Goethe es el morfotipo, que ni es reducible a las partes físicas constitutivas de un organismo, ni puede ser identificado con ningún estadio particular del desarrollo del mismo, por aparentemente "primigenio" que ese estadio pueda resultar. Porque el morfotipo es tanto lo que organiza las partes constitutivas de un organismo en una unidad que funciona armoniosamente, como aquello que guía el desarrollo de un organismo para que todas sus diferentes manifestaciones en el tiempo sean expresión de esta misma unidad subyacente. La morfología es el estudio científico en que se guarda el debido respeto a la relación funcional entre los aspectos espaciales y temporales de un organismo dentro del todo, pero en el que el énfasis está firmemente situado en la relación de estos aspectos con el todo, que no puede ser identificado como ninguno de ellos.
Literalmente, “estudio de las formas”, la morfología era para Goethe la mas universal y por ende la mas importante de las ciencias. Dado que el propio Goethe acuño la palabra “morfología”, ha sido debidamente reconocido como el fundador de la moderna morfología comparada. Sin embargo, tal como Goethe la entendía, la morfología no debería apuntar tanto a un estudio de las formas completas como a las fuerzas formativas interiores que les otorgan su desarrollo. A través de la minuciosa observación de las estructuras y procesos físicos, debería ser posible alcanzar una percepción mas intima del poder conformador del que son manifestación. Para alcanzar dicha percepción interior, es necesario cambiar nuestra toma de conciencia desde el modo analítico (analizando y diseccionando características físicas y físico-químicas de un objeto) a un modo holístico o sintético (entendiendo la unidad y coherencia vivas de un objeto tal como se desarrolla en el espacio y en el tiempo). Este cambio en la conciencia implica no ver ya el objeto simplemente como tal, sino como algo espiritual. Es así como se vislumbra la obra divina en la Naturaleza.
La morfología es, por lo tanto, no solo una ciencia sino a la vez un sendero espiritual, en el que el científico activa una forma de pensamiento y observación superior y más refinada de la utilizada normalmente en la práctica científica general. Al hacer una distinción, frecuente entre los filósofos idealistas de su tiempo, entre el entendimiento [verstand] (comprensión analítica ordinaria) y la razón [vernunft] (idea superior intuitiva y sintética), Goethe apunta hacia esa conciencia modificada que necesitamos.
La ciencia de la morfología se fundamenta en la activación de la razón [vernunft], la única que aprehende la Naturaleza como algo vivo, dinámico y creativo…”.

Así pues si queremos iniciar una morfología no podemos hablar de la forma, ya que si empleamos esa palabra solo estamos pensando en la idea, en el concepto o en algo que en la experiencia solo pueda aprehenderse por un momento.
Lo que se forma se transforma al instante, y si queremos alcanzar en alguna medida una percepción viva de la naturaleza, tenemos que mantenernos igual de ágiles y flexibles, siguiendo el ejemplo que ella nos da.


Texto: “Goethe y la ciencia; Biblioteca de ensayo; Jeremy Naydler; Siruela; 2002”

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